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Rogativa ecuménica de los pueblos originarios por el futuro del país (prensa.presidencia.cl). |
Más allá de la execrable y horrorosa guerra de Putin, en el mundo ocurren cosas que generan esperanzas; esperanzas fundamentadas. El reciente acto de toma de posesión del nuevo presidente chileno es una de ellas. Los retos del gobierno Boric son inmensos, y sólo me referiré aquí a uno de los más importantes, del que he tenido la oportunidad de conocerlo directamente durante estas dos últimas décadas: el conflicto con el pueblo mapuche. La novedad es que en lugar de aplicar la tradicional política represiva, especialmente traumática cuando este conflicto se ha expresado en forma de protestas más o menos contundentes, ahora existe el compromiso de afrontarlo políticamente; es decir, de resolverlo. Y esto sería realmente histórico.
Un compromiso que beneficiaría de rebote al resto de pueblos
indígenas, del Kawésqar al Rapa Nui, y que tiene en el proceso de redacción de
la futura nueva constitución el otro gran factor, indispensable, para el
reconocimiento de sus derechos colectivos. Que en los trabajos de su comisión
redactora, presidida nada casualmente por una mapuche, Elisa Loncón, ya se haya
incorporado la consideración de Chile como estado plurilingüe, es un buen paso
en esa dirección.
Este proceso que Chile estaría iniciando con pasos firmes,
tiene nexos comunes con decisiones políticas protagonizadas por otros
gobiernos, como el canadiense, el neozelandés o el estadounidense con sus
respectivos pueblos indígenas. Un proceso que podría, debería, ser fuente
inspiradora para la mayor parte de los países del continente americano, desde
México a Argentina. Países donde la cuestión indígena sigue siendo una
problemática tan crónica como irresuelta. Una problemática demasiado a menudo
envuelta en leyes o acuerdos más o menos ambiciosos, pero que ven pasar los
años sin aplicarse, desde los Acuerdos de Paz de Guatemala a la Ley General de
Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas mexicana. Normativas reducidas
al papel testimonial de las declaraciones de buenas intenciones, y poco más.
A menudo, esto se explica por inercias socioculturales de
cariz supremacista -cuando no directamente racista con su propia población
indígena como sería indiscutiblemente el caso de Guatemala- y que condenan a
estos pueblos a una especie de tolerancia reducida al folclorismo. Y que hacen
que la acción institucional quede limitada a organismos meramente
asistencialistas. Ciertamente, existe la excepción de Bolivia; pero ni es un
modelo político exportable al resto de países, ni su gobierno ha sabido
impulsar una política de desarrollo sostenible que saque a buena parte de su ciudadanía
de la pobreza.
Se me hizo extraño que no hubiese ninguna representación institucional de nuestro país en la toma de posesión del presidente Boric
Cataluña podría aportar mucho, empezando por la
transferencia de conocimiento de la experiencia de la inmersión lingüística en
las escuelas, hasta otros tipos de colaboraciones, en el terreno de la cultura
o de los medios de comunicación, como tuve oportunidad de compartirlo con
varios expertos indígenas en Santiago de Chile y Temuko, pocos meses antes del
inicio de la pandemia.
Por eso y por otros motivos de interés común, se me hizo extraño que no hubiese ninguna representación institucional de nuestro país en la
toma de posesión del presidente Boric. No lo digo sólo por su ascendencia
catalana -que también la encontramos con su ministro de hacienda- o como gesto
de agradecimiento político a sus duras críticas a la violencia policial
española en el 1-O; sino porque Chile, que históricamente ha «comido aparte» en
políticas internacionales respecto a sus vecinos, podría ahora liderar un
cambio cultural y político que se convirtiera en todo un revulsivo en el Cono
Sur e incluso más allá, si se sale… y espero que sí.
Una representación catalana que no debería haber sufrido
para tropezar con el monarca español y su cortejo cortesano. El propio
presidente chileno ya expresó su enfado por el hecho de que aquel llegara tarde
a la ceremonia retrasando su inicio… Parece que esta es una de las malas
costumbres de la actual pareja borbónica.
Gabriel Boric Font. Oiremos hablar mucho.